Este 28 de noviembre celebraremos el 129º Aniversario del nacimiento de Gregorio Alvarez
Organizado por la Subsecretaría de Cultura provincial, el próximo 28 de noviembre se celebrará el 129º aniversario del nacimiento del Dr Gregorio Alvarez. La actividad -que se realizará en la propia casa del historiador, escritor, médico e investigador neuquino, donde funciona la Casa – Museo y Espacio Cultural- contará con mucha música y poesía. Actuará Carlos Bello, pero será una jornada a micrófono abierto, y se compartirá algo rico a la canasta. Se trata de celebrar su obra,y todo el legado que dejó para los neuquinos y el mundo. Este miércoles 28 de noviembre a las 19.30 hs en Casa Museo Dr. Gregorio Alvarez (Córdoba y Alderete). Entrada libre y gratuita. Los esperamos!
Don Gregorio
El Doctor Gregorio Alvarez nació un 28 de noviembre de 1889 en el Paraje “Y” en Ranquilón, a pocos kilómetros de El Huecú y falleció en la ciudad de Neuquén, el 11 de octubre de 1986, a la longeva edad de 96 años.

Casa Museo Dr. Gregorio Alvarez – fachada calle Alderete.
De origen mestizo, dado que su madre, Eloísa Sandoval, era mapuche y su padre, Gumersindo Álvarez, era un criancero español que se dedicaba a esta actividad junto a los mapuches del lugar. Gregorio Álvarez inició sus estudios en la Escuela Nº 1 de Chos Malal, los que debió abandonar para trabajar, hasta que su padre le consiguió una beca para estudiar en la Escuela Normal, donde obtuvo el título de Maestro Normal. Varios años después describirá como una hazaña la travesía en carretón desde Chos Malal a Neuquén para abordar el tren que lo llevaría a la Capital Federal.
Considerado el primer maestro patagónico, al tiempo que trabajaba como docente, realiza sus estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires egresando en 1919, recibiendo el título de Doctor en Medicina. A partir de ahí, su carrera médica es brillante y la realiza, casi en su totalidad, en Buenos Aires, donde vive con su esposa, Clotilde Tancredi y sus tres hijas.

Narradores en la Casa Museo, donde además se realizan visitas guiadas para Escuelas, y también para el público en general, donde funciona una muestra permanente de su vida y obra.
Realizó su carrera médica en el Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez de Buenos Aires donde fue jefe del Servicio de Dermatología. Se perfeccionó en enfermedades de la piel y en Pediatría, especialidades que amplió con estudios realizados en Francia, Suiza y Estados Unidos. Presentó más de cien trabajos relacionados con la Dermatología, Pediatría y el Termalismo. Asimismo, fue miembro titular y fundador de la Sociedad de Dermatología (filial de la Asociación Médica Argentina), miembro titular de la Sociedad Argentina de Dermatología y Sifilografía, del Ateneo Argentino de Dermatología, de la Sociedad Argentina de Alergia, Sociedad de Medicina Industrial y del Trabajo, entre otras tantas.
Simultáneamente, realizó innumerables trabajos de investigación histórica y geográfica sobre Neuquén. Recorrió a caballo prácticamente todo el territorio provincial, para conocer su acervo cultural, que quedó plasmado en sus trabajos, que son la base indispensable para quien inicie el estudio serio de la región.
A partir de 1965 se radica definitivamente en Neuquén, donde abre su consultorio en la esquina de las calles Córdoba y Alderete e intensifica los estudios sobre las fuentes termales de las áreas Copahue y, especialmente, Domuyo. Don Gregorio realizó su primera excursión a caballo al Domuyo en 1957 donde observó la riqueza del arroyo de «Aguas Calientes» y las especies vegetales que aplicaría luego al tratamiento de enfermedades de la piel. Su último viaje fue en febrero de 1986. En varias ocasiones expresó su convicción de que en esas algas, podría estar la clave de la prolongación de la vida.

Mural interno, cuyo diseño estuvo a cargo de la recordada arquitecta Liliana Montes Le fort.
Su gran apego por su tierra de nacimiento, Neuquén, lo llevó en 1950 a fundar y dirigir la Casa Neuqueniana, con sede en la Capital Federal y a publicar la revista Neuquenia, ambas destinadas a difundir el acervo cultural e histórico neuquino. Escribió la más completa colección de historia, geografía y toponimia de Neuquén, al tiempo de dejar numerosos estudios sobre las propiedades curativas de las aguas y algas del volcán Domuyo.
Una frase de su autoría puede ilustrar el semblante de su secular persona “…mi vida transcurrió en los hospitales, en las bibliotecas, en los museos. Todo pasó, nomás. Tal vez pueda arrepentirme de no haber ido nunca a una cancha de fútbol. Pero estoy satisfecho. Aún hoy la gente viene a verme. Será porque tengo fuerzas para seguir investigando y porque sé que alguien va a recoger todo lo que yo he sembrado en estos años…”.
Miembro de la Academia Nacional de Historia y activo impulsor de las Universidades del Neuquén y del Comahue, en el prólogo de su estudio sobre «Cuatro siglos de historia», señalaba que «…nuestro Neuquén está permanentemente esperando a los hombres de ciencia y de trabajo que investiguen sus secretos y muevan los elementos que serán los frutos de una siembra de esfuerzos e inteligencia. Muchos de los materiales del pasado geológico e histórico están a flor de tierra. Es hora de que aparezca la mano experta que los levante. Los sabios del continente americano están de acuerdo en que en el sur argentino, tal vez con más probabilidades que en otras partes, puede develarse la incógnita de la etnogénesis americana. Es imposible de prescindir del Neuquén que ha sido, en su pasado, camino obligado de los pueblos que venían del norte, así como camino estratégico para los movimientos sociales relacionados con las regiones del Pacífico…»[1]
Entre sus innumerables laudos académicos podemos decir que fue profesor de Historia, Geografía, Toponimia y Folklore de la Universidad del Neuquén, transformada más tarde en la Universidad Nacional del Comahue.
La educación, la ciencia y los libros fueron un medio y fin permanente en su avidez por el conocimiento. Fue meritorio su esfuerzo por educarse y trascender la percepción “primitiva” y la ignorancia que se tenían en algunos círculos ilustrados sobre estas regiones en momentos en que la investigación y divulgación científica (al menos en la Patagonia) no estaban sistematizadas y toda producción dependía de la iniciativa y recursos del investigador. En este sentido, la producción de Gregorio Álvarez buscó trascender miradas etnocéntricas que situaban lo acontecido en el espacio patagónico, en general, y neuquino, en particular, en las categorías de la clave sarmienta del “desierto” civilizatorio.
Por tanto, la obra de Gregorio Álvarez adquiere redoblado valor por sus investigaciones de campo y su trato de primera mano con los habitantes del interior neuquino, que le permitieron acceder a un conocimiento empírico con los recursos metodológicos adquiridos en sus estudios universitarios. Sus investigaciones históricas y etnográficas, sin mediaciones, sitúan la obra del Dr. Álvarez en la categoría del “clásico”, es decir, en el espacio de una producción que no es afectada por el paso del tiempo y a la que cada nueva generación de estudiosos del Neuquén puede abrevar.
Podemos pensar la obra de Gregorio Álvarez como la de un hacedor fundamental en el proceso de construcción de un pasado para Neuquén, donde sus investigaciones se constituyeron en uno de los pilares en la constitución de una identidad neuquina.
…Los claros de mi deficiencia pueden ser llenados por los especialistas que se dediquen a su comentario. Mi propósito se cumple con la difusión de lo que no se conocía. Debe saberse que antes de toda otra ocupación, me di a la Ciencia Médica, y si me permití salir de este campo fue porque Neuquén necesitaba ser conocido también desde el libro y la cátedra…”.
Pese a su humildad característica, el legado científico y educativo de la obra de Gregorio Álvarez permanece aún hoy con una gran capacidad evocadora, permitiendo seguir iluminando el sendero de futuros desarrollos en el estudio de Neuquén.